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Solamente guárdate y guarda diligentemente tu alma, no sea que te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni que se aparten de tu corazón durante todos los días de tu vida. Las enseñarás a tus hijos y a los hijos de tus hijos.

10 “El día que estuviste delante del SEÑOR tu Dios en Horeb, el SEÑOR me dijo: ‘Reúneme al pueblo para que yo los haga oír mis palabras, las cuales aprenderán para temerme todos los días que vivan en la tierra, y para enseñarlas a sus hijos’. 11 Y se acercaron y se reunieron al pie del monte. El monte ardía con fuego hasta el corazón de los cielos, con densas nubes y oscuridad.

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